A los humanos los cambios siempre nos inquietan, como muestra el refrán: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Y no es que siempre nos cueste cambiar, a veces lo que nos cuesta es permanecer en una actividad, en una profesión, en un amor… A veces, cuando nos toca cambiar, quisiéramos permanecer en lo anterior, y cuando nos toca permanecer, nos aburrimos y queremos hacer algo original.
Nos resistimos a cambiar de personalidad, de manera de pensar. Decía Einstein que desintegrar un átomo es más fácil que acabar con un prejuicio. Nos negamos a abandonar antiguas ideas, o maneras de pensar que, en muchas ocasiones, hemos aprendido de nuestros padres. El humano es muy narcisista, cuando considera algo suyo, lo considera bueno sólo por ser suyo, y le cuesta mucho reconocer que es un error y transformarlo.
Es como si consideráramos que somos perfectos y que ya estamos hechos, que ya estamos “realizados” por utilizar una expresión común: “Me siento realizado, o realizada”… Lo único que nos permite seguir creciendo, seguir prosperando en el amor, en lo económico, en nuestras relaciones sociales, laborales, etc., es aceptar que no estamos “acabados”, valga el doble sentido de esta expresión, no estamos acabados de hacer, sino que estamos haciéndonos. Si no toleramos los cambios, frenamos nuestras posibilidades de crecimiento.
Hay situaciones humanas por las que atravesamos todos: la niñez, el paso a la adolescencia, el envejecimiento, la menopausia en las mujeres… y no todos los humanos reaccionan igual frente a esas situaciones inevitables, de hecho, a veces, por no aceptar algo propio de esas etapas, por no aceptar el cambio, en ocasiones se enferma.
Si tienes problema con los cambios es el momento de comenzar tu psicoanálisis.
Dra. Pilar Rojas.
Psicoanalista
pilar@pilarrojas.e.telefonica.net
696194259
Nos resistimos a cambiar de personalidad, de manera de pensar. Decía Einstein que desintegrar un átomo es más fácil que acabar con un prejuicio. Nos negamos a abandonar antiguas ideas, o maneras de pensar que, en muchas ocasiones, hemos aprendido de nuestros padres. El humano es muy narcisista, cuando considera algo suyo, lo considera bueno sólo por ser suyo, y le cuesta mucho reconocer que es un error y transformarlo.
Es como si consideráramos que somos perfectos y que ya estamos hechos, que ya estamos “realizados” por utilizar una expresión común: “Me siento realizado, o realizada”… Lo único que nos permite seguir creciendo, seguir prosperando en el amor, en lo económico, en nuestras relaciones sociales, laborales, etc., es aceptar que no estamos “acabados”, valga el doble sentido de esta expresión, no estamos acabados de hacer, sino que estamos haciéndonos. Si no toleramos los cambios, frenamos nuestras posibilidades de crecimiento.
Hay situaciones humanas por las que atravesamos todos: la niñez, el paso a la adolescencia, el envejecimiento, la menopausia en las mujeres… y no todos los humanos reaccionan igual frente a esas situaciones inevitables, de hecho, a veces, por no aceptar algo propio de esas etapas, por no aceptar el cambio, en ocasiones se enferma.
Si tienes problema con los cambios es el momento de comenzar tu psicoanálisis.
Dra. Pilar Rojas.
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