-CONFERENCIA DE MIGUEL OSCAR MENASSA - AÑO 1983
Llamamos vida cotidiana al espacio tiempo de nuestra vida producido por dos sobredeterminaciones: la determinación social y la determinación inconsciente, y una imposición variable: los modelos ideológicos del Estado. Las tres variables en juego hacen imposible al sujeto tener una vida cotidiana que escape a la articulación entre su posición de clase, su enfermedad mental y los modelos ideológicos del Estado. La libertad del hombre quedareducida a las fisuras que se produzcan en dicha articulación.
Quiero decir, la libertad casi no existe y cuando existe es considerada como delincuencia, como locura o como inmoralidad.
Para comenzar a cualificar lo que digo, recurro, como tantos otros recurrieron, entre ellos Freud, a la señora poesía.
Soy un hombre moderno.Atado de pies y manos, decido el vuelo.Al principio me arrastraré y con el tiempo,podré levantar un poco la cabeza.Veré el cielo.El infinito cosmos será,mis pequeñas cadenas y mis babas.Al principio conseguiré comida y me la robarán,después, también, aprenderé a cuidar la comida.Otra cadena más.Y así con el tiempo podré cuidar mi dinero,otro eslabón se cierra y otro más,y tendré hijos, y serán mis hijos,y tendré que conseguir comida para ellos,y aprender a cuidarla.Y mientras cuido la comida y no dejoque me arrebaten mi dinero,tendré que tener, educación para mis hijos,para que el infinito cosmos sea,sus pequeñas cadenas y sus babas.Y también habré de conseguirme un amor,como se consiguen los puestos de trabajo,y cuidar ese amor con mi propia vida,y no es precisamente un eslabón lo que se cierra sobre mí,hombre moderno,sino,los propios tentáculos de la muerte.
Al hombre moderno se lo piden todo. Hasta tiene que entregar la educación de sus hijos y después aún el propio cuerpo de sus hijos.
A él, como castigo, se lo deja vivo para presenciar el desastre. A la cultura, como todos sabemos, se ingresa de cualquier manera. Si no has podido con las letras o con las artes y si no has podido sobresalir, ni en tus estudios, ni en tu profesión, y si no, por último, las mujeres o los hombres te consideran uno o una del montón entrarás en la Cultura como ciudadano medio, mediocre y por lo tanto desconocido y sin embargo has de tener tu monumento. Y si sólo puedes ser eso y no lo soportas, terminarás entrando en la cultura por el diván de algún psicoanalista.
Y si ni siquiera puedes alcanzar ese ser eso, puedes todavía tener tus esperanzas: a los subnormales los reeducamos y a los locos los encerramos en el hospicio.
Y si horrorizado por semejante injusticia, quieres tomar justicia con tu propia mano, te cortarán la mano, y si ahora, protestas por la mano que te falta, irás a la cárcel y si en la cárcel te parece injusto haber perdido tu nada de libertad, te matarán: alguien te matará.
Me resulta difícil plantear en el desarrollo de una sola conferencia los modos de una articulación posible, porque de poder, me doy cuenta, estaría abriendo el camino de una posible teoría de las ideologías. Ya que no sólo el sujeto social es ciego a lo que lo sobredetermina, y el sujeto psíquico está determinado inconscientemente, sino que la articulación con las formas del poder ideológico se produce, si no inconscientemente, por lo menos fuera de la conciencia del sujeto. Con lo que las formas de hacer consciente, concientizar o, todavía, más madrileño, mentalizar, nos hablan en todos los casos de una intelectualización bastante alejada de la verdad,cuando se trata de saber cómo cristaliza en nuestra vida cotidiana la ideología dominante.
Repasando, junto con ustedes, que la teoría del valor puede llegar a dar cuenta de los modos en que el hombre es sujetado, como producto- efecto de las relaciones de producción a una posición social.
Y el hombre, el famoso hombre, deja de ser sencillamente un hombre en general, para transformarse en un burgués, en un trabajador, en un pequeño burgués, es decir un intelectual, en un pequeño trabajador, es decir un lumpen, un marginado. Sin embargo, desarrollos posteriores teórico-técnicos, y ciertos fracasos en estos desarrollos, mostraron a la teoría del valor impotente para dar cuenta de los modos de dos producciones que llamaremos universales.
Producciones que llamamos universales por haberse comprobado su existencia en diferentes tipos de sociedades humanas y sus modos han permanecido inalterables a pesar de los infinitos cambios que se produjeron en la familia, el Estado y los modos de producción.
Y cuáles -habremos de preguntarnos-son esas maravillas. Y para responder utilizaremos algo muy convincente, por ejemplo, un pie de página de casi todas las ediciones de El Capital, donde marx revela no saber absolutamente nada ni del amor ni de la poesía.
Había un hombre -estaba claro- que se le escapaba a la teoría del valor. La teoría del valor -quedaba claro- carecía por ser ella misma otra cosa de una teoría del sujeto psíquico, es decir, carecía del instrumento para poder determinar el hecho de que la poesía y el amor no tienen fronteras.
Los practicantes de la teoría del valor, practicaron mal entre otras cosas, por no disponer de instrumentos apropiados de lectura de fenómenos “humanos” que escapaban a la teoría del valor y su práctica. Como ejemplo, y para que esto resulte cotidiano, diré que lo cotidiano era lo que se le escapaba a la teoría del valor.
¿Cómo es posible que después de tantas guerras, tantas muertes, tantas transformaciones, tantas iniquidades, tanta valentía, aún odiemos y amemos como nuestros antepasados? ¿Cómo es posible que la codicia anide en nuestro ser, cómo es posible que todavía aniden en nuestro ser, la voluntad de poder, el ansia de matar, morir? Quiero decir ¿cómo es posible desear, amar a esa mujer, después de tanto?
Seguramente algún poeta ruso se habrá suicidado al compás de estas preguntas inauditas. Maiacovsky me lo dijo al oído, considerando que yo también soy un poeta: me mato porque Stalin no sabe nada del amor, me mato porque el pueblo, tampoco puede con mis versos.
Siguiendo nuestro repaso -y ya para finalizar- diremos que la teoría del inconsciente viene a poner algunas cosas en su sitio, aunque no todas, ya que del amor lo dirá casi todo y de la poesía sólo podrá nombrarla como su objeto a, quiero decir, eso permanentemente cercano, pero lejano, que no puedo poseer ni ser, pero deseo. Y ahora ya lo podemos decir: ¡Cuántos murieron en tu nombre, teoría del inconsciente, sin poder encontrar la poesía, la vida cotidiana!
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