¿Cómo es posible que después de tantas guerras, tantas
muertes, tantas transformaciones, tantas iniquidades, tanta valentía, aún
odiemos y amemos como nuestros antepasados? ¿Cómo es posible que aún seamos
envidiosos, torpes, personales, individualistas, avaros, déspotas? ¿Cómo es
posible que la codicia anide en nuestro ser, cómo es posible que todavía aniden
en nuestro ser, la voluntad de poder, el ansia de matar, morir? Quiero decir
¿cómo es posible desear, amar a esa mujer después de tanto?
Seguramente, algún poeta ruso se habrá suicidado al compás de
estas preguntas inauditas. Maiacovsky me lo dijo al oído, considerando que yo
también soy un poeta: "Me mato porque Stalin no sabe nada del amor, me
mato porque el pueblo, tampoco puede con mis versos".
La teoría del inconsciente viene a poner algunas cosas en su
sitio, aunque no todas, ya que del amor lo dirá casi todo y de la poesía sólo
podrá nombrarla como su objeto a, quiero decir, eso permanentemente cercano,
pero lejano, que no puedo poseer ni ser, pero deseo. Y ahora ya lo podemos
decir: ¡Cuántos murieron en tu nombre, teoría del inconsciente, sin poder
encontrar la poesía, la vida cotidiana!
M.O.M