Kandinsky. Composición VI
Son muchos
los datos que relacionan depresión y enfermedad orgánica. En muchas enfermedades crónicas la prevalencia de depresión es
claramente mayor de lo esperado. Por ejemplo, entre un 13 y un 17% de pacientes
con artritis reumatoide presentan lo que la psiquiatría denomina depresión
mayor, esto supone que la depresión es 2 ó 3 veces más común en pacientes con
AR, que en la población general. En esta enfermedad concretamente la depresión
se relacionaba con la presencia de dolor (la artritis reumatoide se caracteriza
por la inflamación de las articulaciones y es muy dolorosa), y la depresión,
por tanto, sería el resultado de la experiencia del dolor crónico.
No obstante con la aparición en la década de los años 80 de la
Psiconeuroinmunología, ha renacido el interés médico por estudiar la relación
entre síntomas psíquicos y enfermedad orgánica, qué papel juegan los síntomas
psíquicos en la modulación de la función inmunológica, de la reacción
inflamatoria o de la respuesta neuroendocrina que están implicadas en el
desarrollo de todas las enfermedades. Es decir, se empieza a pensar que la depresión,
no sería una consecuencia de la enfermedad orgánica si no que estaría en el
origen de su desarrollo.
Hay un gran número de estudios que demuestran que en la depresión se
produce un aumento de la producción de diversas sustancias que favorecen el
desarrollo de reacciones inflamatorias, lo que puede jugar un papel importante
en el comienzo y el curso de enfermedades como por ejemplo la cardiopatía
isquémica, la osteoporosis, la artritis reumatoide, la diabetes mellitus tipo
2, la enfermedad de Alzheimer, ciertos procesos linfoproliferativos como el
mieloma múltiple, los linfomas no Hodking o las leucemias linfáticas crónicas.
Por otra parte también la depresión provoca otras alteraciones inmunes
que pueden tener consecuencias para la salud.
Como vemos en la depresión se producen fenómenos de suma importancia en el
desarrollo y evolución de enfermedades orgánicas.
Estos datos nos hablan
del papel de la depresión en el desarrollo de la enfermedad y no de la
depresión como reactiva a la enfermedad orgánica, que es lo que se ha venido
pensando.
Tratar la depresión sería una manera de
prevenir el desarrollo de enfermedades orgánicas y si éstas ya se han
desarrollado el tratamiento de la depresión subyacente también sería importante
para una mejor evolución o incluso curación de la enfermedad orgánica.
“Comienzo a
psicoanalizarme, no para curar ninguna
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